jueves, 10 de enero de 2013

Stop represión.




Hasta la muerte, ACF.


Un Ultra no tiene nombre, solos los amigos más cercanos lo conocen. Un ultra no tiene cara, casi siempre lleva la cabeza cubierta con capucha y la cara con una bufanda. A un ultra no le gusta vestir como los demás y no va a la moda ni le gusta lo último. Cuando va por la calle, aunque no lleve distintivos, se le reconoce. Un ultra ataca si es atacado, y ayuda cuando se necesita, no deja de ser ultra cuando se quita la bufanda y vuelve a a casa, él batalla toda la semana.
Un ultra con experiencia es un ejemplo para los jóvenes. Ellos respetan al ultra mayor. Los jóvenes ultras se enorgullecen cuando están al lado de los mayores, aprenden de las críticas de éstos, y se ruborizan cuando les dan un apretón de manos. Cuando alguien normal mira a un ultra, no le entiende, pero el ultra no quiere ser entendido o explicar de qué va. Cada ultra es diferente; están los que llevan emblemas de su hinchada o los colores de su club, y los hay que no se los han puesto en su vida. Los hay que viajan solo con su grupo y otros que son individualistas y son su propio grupo.
Los Ultras son diferentes, pero lo que les une es el amor por su club, su persistencia para mantenerse de pie en la grada 90 minutos, llueva o haga frío, están unidos por el calor de cantar a pleno grito, están unidos mientras duermen medio borrachos en un tren que les devuelve a casa tras un desplazamiento, unidos en los grupos a través del centro de las ciudades que visitan con su equipo, unidos por un sandwich que se comparte entre cuatro tras muchas horas hambrientos, por un cigarrillo; por un estilo, por un ideal, por una sola y única mentalidad.
Todas estas cosas nos unen, y a la vez nos separan del resto del mundo; de nuestros preocupados padres, de nuestros atontados primos, de asustados compañeros en clase o colegas en el trabajo, y de profesores intolerantes o jefes.
Ultras no es vandalismo, o violencia injustificada; es una defensa a ultranza de un modo de vida, que ahora cae en crisis por los problemas sociales, por la estúpida televisión, por las discotecas que atraen cada día a más jóvenes; pero más que nada por una INJUSTIFICABLE REPRESIÓN (por la policía y federaciones)
Ser un ultra es esto y mucho más, emociones y pasión que no se pueden explicar con palabras a gente que no quiere entender y que prefiere hacer oídos sordos y seguir mirando a través del cristal; gente que no tiene huevos para romper ese cristal y entrar en nuestro mundo!